Torre de Valencia - El Confidencial 14/10/18

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El pasado 14 de octubre se publicó en el diario “El CONFIDENCIAL” un artículo sobre la Torre de Valencia, del arquitecto Francisco Javier Carvajal Ferrer, que con el título “Lo que tapa el rascacielos que arruina las vistas a medio Madrid”, su autor, aplicando una particular “Memoria histórica arquitectónica”, aprovecha un mal endémico de la humanidad, como los “Los intereses creados”, para cargar contra el compañero.

https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-10-14/arquitectura-torre-valencia-madrid-franquismo_1628990/

Y como no podía ser de otro modo, en determinados sectores políticos hoy, basándose en el tardofranquismo, referente sempiterno en ausencia de argumentos y soluciones políticas que, obsesiva y contumazmente, algunos, persisten en colgarle, a modo de San Benito, a la derecha española.

Estulticias políticas aparte, vayamos al hecho del que, al parecer, debería arrepentirse –según su literato inquisidor arquitectónico- el que, hasta no hace tantos años, ostentaba el máximo currículum de los arquitectos españoles, fue uno de los pioneros galardonados internacionalmente (Expo Internacional de Nueva York 1964 a la mejor arquitectura por el Pabellón de España), catedrático de Proyectos Arquitectónicos en las ETSA de Madrid y Pamplona, fundador y director de la de Barcelona y profesor en la de La Laguna. Lo que le valió, por su incuestionable solvencia profesional, para desempeñar los cargos institucionales que aquel régimen político le otorgó, más allá de sus ideas que, además, eran monárquicas.

Alumno, compañero, amigo y aprendiz en su estudio, concluyéndose la Torre de Valencia, fui testigo del rigor y la calidad con la que se proyectaban sus portales, de los debates de su ubicación y su convicción personal de dotar a Madrid de un gran exponente arquitectónico.

Más tarde colaborador y, en definitiva conocedor, en buena parte, de su personalidad y actitud ante la vida, no puedo, ni debo, por honestidad y en honor a la verdad, dejar de contestar a semejante artículo, que, a todas luces, parece hecho bajo ideología política, olvidándose de la persona y su esforzado trabajo, a la que intencionadamente se trata de herir, pues desprestigiar es imposible.

Cito el premio del Pabellón Español porque, ante la insinuación (aún puesta en boca de otro, F.D.) de que el edificio debiera derribarse pues se duele de “…que permanezca ahí ese atentado contra el paisaje de Madrid… después de casi medio siglo”, conviene recordar que en la Expo de París de 1900, es decir, en el mismo certamen que premió 64 años después a Carvajal, el desconocido proyecto de dos arquitectos californianos (Servicio Histórico del COAM) que propusieron al famoso ingeniero francés, hoy el mayor icono de Francia, también se quiso derribar por la enorme polémica e indignación que suscitó: la “Torre Eiffel”. También deberían derribarse la “Pirámide del Louvre” (Iam Pei), el “Beaubourg" o “Centro Georges Ponpidou” (Renzo Piano y Richards Rogers), etc., y en Madrid ejemplos como: el “Palacio Real” (Filippo Juvara, Juan Bautista Sachetti, Ventura Rodríguez y Francesco Sabatini), el “Edificio España” (Julián y J.M. Otamendi Bachimbarrena), la Torre de Madrid” (Julián y J.M. Otamendi Bachimbarrena), “Torres Blancas” (¡no son blancas!, ¡trampantojo para el transeúnte!) o el “BBVA” (F.J. Sáenz de Oiza), la “Torre del Retiro” (Luis Gutiérrez Soto); o en San Sebastián el “Kursal” (Rafael Moneo); en Ávila en la “Plaza de Santa Teresa” (R. Moneo); sí, y las cuatro torres de Chamartín (N. Foster, C. Pelli, I. Pei y C. Rubio Carvajal y E. Alvarez-Sala Walter).

Todos y cada uno de estos ejemplos puede considerarse que han arruinado las vistas de media ciudad o su paisaje natural en un momento determinado del desarrollo de esta, la lista sería interminable, si no fuera porque aportaron mucho más de lo que pudieron “quitar” o cambiar (como dice Carvajal), o sencillamente se incorporaron, por derecho propio, a la ciudad, pues: “SI EL PASADO PUEDE HIPOTECAR EL FUTURO, EL FUTURO PUEDE HIPOTECAR EL PASADO”. Sino, adiós cultura o adiós modernidad: EVOLUCIÓN ¡Deben convivir! Solo hay un presente. Y el modo de convivencia es muy subjetivo. Nadie podría negar, siguiendo el criterio del firmante de semejante panfleto ideológico, que todos estos ejemplos que arruinaron las vistas de media urbe en la que se levantaron no debieron nacer ¿O, tal vez, no? Efectivamente. No es así.

El COAM, consciente ello y de que no se podía ni debía definir a la torre como un error urbanístico/arquitectónico, llevó esa nueva visión de la ciudad, trasunto de un hecho de los muchos que en ella suceden, a la portada de su GUIA DE ARQUITECTURA DE MADRID confeccionada, conjuntamente, con el Ayuntamiento de la Capital, sabiendo que la ciudad es viva y, como en la vida, suceden cosas y después hay que afrontarlas. Es decir la mutación de la urbe conlleva criterios ideológicos, inmovilistas, idealistas, incluso éticos privados o públicos, de todo tipo. Las ciudades solo siguen su propio vigor y devenir: lo que hoy se ve nocivo mañana puede tornarse.

Creo que las nuevas generaciones no estarían de acuerdo en que les hurtaran la imagen de la Torre de Valencia dentro del arco central o por encima de la Puerta de Alcalá (verdadero motivo, al tiempo que casualidad -¡quién lo iba a pensar!, de esta controversia demodé) por ser su imaginario urbano, como la Torre Eiffel o cualquiera de los ejemplos citados. Mi profesor y gran arquitecto Julio Cano definió la Arquitectura como una segunda naturaleza, creada por y para el hombre e impregnada por su forma de sentir y mirar su entorno en cada momento social y culturas. ¿Quién sería capaz, pues, de condenarla a ser inerte? Los orientales cuando se relacionan con la naturaleza se integran por contraste, no por mimetismo, y acostumbran a pintar sus templos de rojo conscientes de esa otra categoría, queriendo ser y no confundir.

Por tanto, respetando los gustos de cada cual, intransferibles, es evidente que Madrid tiene un edificio más, de gran calidad arquitectónica, al que nadie señala por su arquitectura sino por su ubicación relativa al monumento histórico artístico, que, como hemos visto, es subjetiva y cambiante en el tiempo con la disposición y volumetría de la ciudad.

En este asunto, como arquitecto y madrileño, me quedo con el Arte, la ética farisea para los intolerantes.

Álvaro García Luján/Arquitecto

Ex Miembro de la J.G. del COAM

Ex Asesor Cultural de la FUNDCOAM

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